Según
los hebreos, el género femenino no merecía recibir instrucción, aunque Jesús
las estimaba mucho. Beatriz Ontaneda y Rose Marie Paz nos cuentan en su libro
JESÚS SEGÚN LOS APÓCRIFOS, que en el Templo solía predicar en el Atrio de las
Mujeres, el único lugar del recinto al que ellas tenían acceso.
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