Andrew
Carnegie (1835-1919), uno de los norteamericanos más ricos de la historia,
desarrolló una especie de alergia al dinero a medida que crecía en riqueza y
en años, hasta el punto de que nunca llevaba nada encima. Por ese motivo fue
obligado a bajar de un tranvía en Londres, al no llevar dinero para abonar el
pasaje.
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