Durante
la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Milán sufrió varios bombardeos que
destruyeron la mitad de los edificios de la parte antigua. El convento de
Santa María delle Grazie sufrió dos ataques y ninguno de sus muros quedó en
pie, excepto el que alberga el mural de La Última Cena, de Leonardo da Vinci.
Jesús Hernández nos cuenta el milagro en su libro ENIGMAS Y MISTERIOS DE LA
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.
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