martes, 4 de diciembre de 2012



En 1832, una violenta epidemia de cólera provocó más de 5.000 víctimas en Nueva York. El doctor Reese creía que tanto el cólera como el tifus, la disentería o la fiebre amarilla eran causados por el consumo de alcohol, y consideraba unos idiotas a quienes pensaban que esas enfermedades eran contagiosas.

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